Devociones perdidas

El Crucificado de Santo Domingo

Crucificado de Santo Domingo (Pedro de Mena, ca. 1666). Destruido en 1931. (Fotocoloreado del autor)

Vamos a inaugurar el blog con esta añeja fotografía del Archivo Temboury de los fondos de la Diputación de Málaga, en la que el escritor e intelectual local Ricardo de Orueta (1868-1939) retrató al célebre Crucificado de Santo Domingo, -entonces intitulado Cristo de la Buena Muerte y Ánimas– tallado por el eximio imaginero granadino Pedro de Mena y Medrano (1628-1688) hacia 1666 por encargo del obispo Fray Alonso de Santo Tomás para la Sala de Profundis del antiguo convento dominico. Tras ser descubierto por Antonio Palomino en 1724 quien aseguró que causaba la admiración de cuantos la veían, en 1882 fue redescubierto por el padre jesuita Moga en el ático del retablo mayor de la iglesia, desde donde fue bajado para situarlo en la segunda capilla del lado de la Epístola junto al busto de una Dolorosa atribuida al escultor granadino.  Apenas veinte años antes se había creado una hermandad bajo el título del Cristo de la Buena Muerte, cuya imagen titular sería permutada con el incomparable Crucifijo de Mena que procesionaría por vez primera en 1883 tras haber sido restaurado. Hace ahora un siglo, esta cofradía y la histórica hermandad de la Virgen de la Soledad del mismo templo perchelero, se fundían en una sola dando origen a la actual corporación conocida por el nombre del inmortal artista que labró esta soberbia talla de Cristo en la cruz: la Congregación de Mena. A este devotísimo Crucificado fue dedicada la magnífica marcha de procesión «El Cristo de la Buena Muerte» o «Cristo viejo» escrita por Alberto Escámez López en 1926 para la Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga.

Crucifijo de Mena
Cristo de la Buena Muerte y Ánimas. (Fotocoloreado del autor)

Esta portentosa efigie desapareció en la mañana del martes 12 de mayo de 1931 durante el asalto que sufrió la iglesia de Santo Domingo de Guzmán y San Carlos de Málaga, en la tristemente recordada Quema de Conventos. Considerada «la flor de los Cristos de España», aquí la presentamos coloreada para tratar de imaginarnos cómo sería contemplar esta impresionante imagen del Cristo de Mena hoy día.

2 comentarios en “El Crucificado de Santo Domingo”

  1. No pierdo la esperanza, de que aparezca algún día esta imagen tan portentosa en todos sus aspectos. Según he leído sobre la quema del 31 no están muy claras las circunstancias de su desaparición.

    Me gusta

    1. Hola y gracias por tu comentario.
      Yo mismo he soñado con esa posibilidad en alguna ocasión al igual que hiceron generaciones anteriores de cofrades y congregantes de Mena. Por desgracia, la imagen desapareció aquella fatídica mañana del 12 de mayo de 1931. Paco Palma García relató que el Cristo no se quemó en el interior de Santo Domingo pero lo más probable fue que sí se hiciese en alguna pira formada en el exterior. Hablamos de un crucificado que para ser manipulado y transportado de un lugar a otro necesitaría al menos de tres personas o dos a lo sumo si fue desclavado. El relato de Palma narra cómo fue golpeado y zarandeado en el primer asalto a la iglesia en la madrugada del martes día 12, momento en el que le hubo de ser seccionada la pierna que se conserva. Después el templo fue desalojado por las fuerzas de seguridad y horas después vuelto a asaltar y destruir casi por completo. Como dijo Palma, durante ese intervalo pudo haberse ocultado la talla, pero no hay datos fehacientes que corroboren esa hipótesis. Meses después de los sucesos seguían surgiendo rumores y artículos periodísticos que aseguraban que el Cristo de Mena se había salvado y que tarde o temprano saldría a la luz tan feliz noticia. Sin embargo, los años fueron pasando y nada más se supo.

      Desgraciadamente, lo único cierto es que desde aquella noche la imagen no ha vuelto a ser vista.

      Un cordial saludo.

      Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.