Un diseño desde la devoción

Martes Santo. Día señalado en el calendario del autor de este blog. Mi amada Hermandad de las Penas se dispondrá a realizar su acostumbrada Estación de Penitencia a la Iglesia Mayor de la Diócesis, nuestra Catedral de la Encarnación.

Hacia finales de noviembre me fue propuesta la idea de proyectar el diseño del manto floral que María Santísima de las Penas luce cada Martes Santo durante su salida procesional. Aparcando conceptos y principios cofradieros, tomé la encomienda como un reto, adoptando desde el principio el propósito de darle cierto aire renovador al tradicional diseño que se ha venido haciendo a lo largo de la ya dilatada historia de esta efímera pieza. Lejos de menoscabar los trabajos ejecutados en otras etapas o épocas, mi propuesta iba a encaminarse hacia un dibujo que, en la medida de lo posible, evocase los proyectos de los mantos textiles bordados en oro.

Una vez aceptado el encargo me dispuse a realizar esbozos partiendo del tema central que en las últimas décadas ha venido presidiendo el motivo principal del tapiz. Con motivo del Año Jubilar de la Misericordia, decidí que el lema «Charitas» sobre un sol de rayos flamígeros y rectos centrase el dibujo. Huelga recordar el amor que la hermandad de las Penas profesa a la Caridad de Cristo cuyo blasón se haya recogido en la heráldica corporativa y en la bandera azul de la Caridad que procesiona en el cortejo de la cofradía. A partir de ahí, dispuse un eje vertebrador a la manera de los diseños tradicionales de los mantos simétricos, teniendo presente los magistrales planteamientos de Juan Manuel Rodríguez Ojeda o Esperanza Elena Caro. Así, dibujé una urna funeraria de la que partirían los tallos de hojas de acanto y roleos en línea ascendente, centrando los costados de la zona superior sendos motivos del corazón atravesado por la espada en alusión a los Dolores y Penas de María, y un segundo con la corona áurea sobre campo de gules alusivo a la Coronación de la Virgen. Todo el dibujo acogiendo al referido sol de Charitas y coronado por una macetilla o festón donde se dispondrían flores blancas referidas a la pureza virginal de la Virgen María, tales como azucenas, lirios, rosas, tulipanes, calas y claveles.

Tras elaborar varios bocetos a lápiz, el que más me agradó fue pasado a tinta y posteriormente llevado al formato digital, para poder darle color mediante técnicas informáticas, siendo entonces cuando me surgió la idea de policromar el proyecto empleando fotografías de las propias flores que finalmente habrían de figurar en el manto. En ese momento fue cuando nos planteamos la opción de ir más allá y darle protagonismo al color rosa en sus diferentes tonalidades (dentro de lo posible) en vez del amarillo primigenio (evocador de los bordados en oro) que resultó demasiado estridente. El resultado, dentro de las posibilidades técnicas y prácticas es el que hoy podemos ver tras la Virgen de las Penas, en gran medida, gracias al trabajo de los jardineros municipales que desde el primer momento aceptaron el proyecto con gran ilusión. Esta tarde lo lucirá por las calles y plazas de esta ciudad en su anual procesión, lo cual me llena de orgullo, ya que Ella es la que manda en la devoción que profesamos a la Madre de Dios.