
En 1922 la dirección, redacción y administración del diario La Unión Mercantil y del magazín La Unión Ilustrada así como varios locales anejos, se hallaban situados en los números 3 y 5 de la entonces llamada calle de Martínez de Aguilar (9), en honor a Francisco Martínez de Aguilar quien en el último cuarto del siglo XVIII había fundado la famosa librería e imprenta que llevó su apellido y que sería el origen en 1843 del conocido rotativo local El Avisador Malagueño (10). La vía se había conocido anteriormente (y en la actualidad) como calle del Marqués -presumiblemente, en memoria del marqués de Villafiel que fue corregidor de Málaga durante el siglo XVII- y era la que servía de enlace entre el barrio del Perchel y el centro a través del Puente de Santo Domingo (11). La antigua calle de Santo Domingo (luego de Sebastián Souviron) lindaba con el citado puente en uno de sus extremos y había sufrido unas reformas en su tramo final abriendo una brecha por las espaldas de la del Marqués, facilitando una salida a la de Olózaga (12). Años más tarde, José Martínez de Aguilar y Moyano, propietario y director, traslada los talleres y la librería a un elegante


edificio que sería llamado la Casa de las Columnas por las tres parejas de elegantes soportes que figuraban en su cuerpo bajo (13). A la librería e imprenta de Martínez de Aguilar sucedió en el mismo edificio la empresa editora de Creixell y Poch a finales del siglo XIX. Enfrente, en el número 8 de la calle de Sebastián Souviron, en un edificio historicista proyectado por Fernando Guerrero Strachan en 1905 se estableció la redacción de La Unión Mercantil (14). En el número 10 se abrió la librería que llevaba el nombre del propio José Creixell. Esta edificación, con sus singulares balcones antepechados entre volutas y alargadas ménsulas (15), formaba y forma ángulo con la antigua y estrecha calle de Hinojales, entonces y ahora llamada de Moreno Carbonero tras su transformación y ampliación en el primer tercio del siglo pasado (16).

LA SEMANA SANTA DE 1922 A TRAVÉS DEL OBJETIVO DE LA UNIÓN ILUSTRADA


Como hemos señalado, por hallarse establecida en las estancias del referido inmueble la firma de Creixell, en fechas próximas a la Semana Santa de 1922 numerosos ciudadanos y cofrades, ante la coyuntura de que un buen número de hermandades habían acordado transitar por la calle de Sebastián Souviron, pasando pues ante la redacción del popular periódico, solicitaron a la dirección del mismo la obtención de fotografías que recogieran el paso de los desfiles (17). El número total de cofradías que discurrirían por la citada vía sería de ocho con quince pasos, a saber y por orden cronológico de salida: la del Huerto el Lunes Santo, las Fusionadas y la Humillación el Martes Santo, la Sangre y la Expiración el Miércoles Santo, la de Mena y la Esperanza el Jueves Santo y finalmente la del Sepulcro el Viernes Santo. No obstante, en la revista La Saeta que fue publicada por vez primera aquel mismo año de la mano de Francisco Morales López, habiendo visto la luz el Domingo de Ramos 9 de abril (18), no se recogía el tránsito de estas cofradías por la antigua calle de Santo Domingo a excepción de la de Jesús Orando en el Huerto. Al respecto, cabe recordar que, por ejemplo, la cofradía de la Sangre, en el itinerario facilitado a la nueva revista de la novel Agrupación de Cofradías no contemplaba discurrir por la citada vía, reseñando que el recorrido sería, probablemente, otro distinto donde al llegar al Pasillo de Santa Isabel proseguiría por la calle de Sagasta y no por la de Sebastián Souviron para buscar la Puerta del Mar y Marqués de Larios. En su caso y en el de la mayoría, es probable que la hermandad mercedaria no informara al órgano oficial agrupacionista de la modificación del recorrido antes de la impresión de la revista.
Pese a que el tránsito por la céntrica vía no había sido oficialmente recogido en La Saeta las ocho cofradías habían resuelto pasar por ella. Como hemos dicho, fueron muchos los hermanos que pidieron al periódico, dirigido entonces por Pedro Alfaro Gutiérrez, que se hiciese eco de tal circunstancia con la realización de fotografías de alguno de sus cualificados redactores artísticos. El motivo principal de la solicitud fue que las dichas instantáneas mostrarían la suntuosidad y el esplendor real de las procesiones y sus pasos con mayor perfeccionamiento y detalle que en los días previos a la salida, a fin de recoger todos los detalles ornamentales y estéticos como las flores, la iluminación, etc. Así, el 5 de abril, Miércoles de Pasión, el diario La Unión Mercantil advertía a sus lectores y publicaba lo siguiente:

«Habiendo acordado algunas Hermandades, desfilar por la calle de Santo Domingo, ante los balcones de nuestra Redacción, como sitio más cómodo y conocido por nuestros redactores artísticos, hemos acordado obtener en la vía citada las fotografías al magnesio de las procesiones.
Damos esta noticia y la repetiremos otra vez, para que no produzcan alarma los fogonazos del magnesio, en estas noches en que el más leve incidente promueve sustos y carreras». (19)
En efecto, dos días después, el rotativo volvía a advertir a los ciudadanos publicando una noticia más extensa donde daba algunos detalles acerca de la decisión de la toma de las fotografías. El Viernes de Dolores, 7 de abril, el periódico recogió estas palabras en primera plana:

«No ha sido nuestra la idea de obtener fotografías de las procesiones a su paso por la calle de Sebastián Souviron. La idea nos la dieron muchos hermanos y muchas personas que se nos acercaron para pedírnoslo, por considerar que en estas fotografías, mejor que en ninguna otras, podrán apreciarse los tronos e imágenes tal y como desfilan por nuestras calles.
Realmente en los templos, es muy difícil obtener los clichés, porque hasta minutos antes de la salida, no se ultiman los detalles, porque los tronos no caben por las puertas y se hace preciso suprimir parte de su adorno, y a veces detalles muy importantes, que se colocan cuando el paso ha salido a la calle.
Además, el paso aislado solo, le faltan alicientes, es mucho más bonita y artística la fotografía de los tronos tomados en la calle rodeados de nazarenos, encendidos y en toda la brillantez de su esplendor, como se hace en Sevilla y otras capitales.
La petición que nos hicieron la recogimos, pensando en obtener las fotografías sólo en la calle citada de Sebastián Souviron, por estar situada en ella nuestra redacción y ofrecernos las facilidades necesarias para lograr buenos magnesios, tales como mesas y trípodes, escalera para el redactor artístico y también para subsanar en el momento cualquier dificultad. En otro sitio, la aglomeración de público y la falta de comodidades harían imposible este trabajo.
Como las fotografías han de obtenerse con magnesio, nuevamente advertimos, a fin de que los fogones no produzcan alarma». (20)

Finalmente las fotografías se obtuvieron. Fueron publicadas a doble página en la edición semanal de la revista La Unión Ilustrada aparecida el miércoles 26 de abril de aquel año de 1922. Uno de los más reconocidos redactores gráficos del diario y su revista, el fotógrafo Francisco Sánchez, realizó los clichés de los quince pasos que discurrieron por la calle y pasaron ante la sede del rotativo de la familia Creixell. Todas las fotografías muestran el mismo encuadre, corroborando las características técnicas advertidas en la noticia del 7 de abril acerca de los trípodes, mesas y escaleras. Todas están realizadas de noche, donde el fogonazo del magnesio hace resaltar de manera espectacular el contorno de los tronos y sus imágenes procesionales, así como a los integrantes de los cortejos penitenciales y al propio público. Las siluetas de las esculturas se recortan sobre la inquietante obscuridad de la calle, cuyo contorno se desdibuja a medida que la luz se diluye y las formas se pierden. Todos los pasos debieron detenerse en el mismo lugar, recién cruzada la confluencia de la calle del insigne pintor Moreno Carbonero,

tras llegar a un acuerdo entre los cofrades y la dirección del rotativo. El fotógrafo hubo de situarse justo delante del portal del inmueble, captando un bello marco arquitectónico para cada fotografía: a la derecha el edificio historicista de Strachan y a la izquierda el modernista de Rivera de los grandes almacenes de tejidos de Félix Sáenz Calvo. Como hemos indicado, todas las cofradías discurriron por esta vía después de anochecer y todas en los itinerarios de regreso a sus templos a excepción de la Sangre y el Sepulcro que lo hicieron en la carrera de ida, buscando la Puerta del Mar y la calle de Martínez para acceder a la de Larios. Recordemos que, en aquellos años, la entonces Alameda de Alfonso XIII solo era recorrida por las cofradías percheleras y el resto iniciaba el recorrido oficial en la calle del Marqués de Larios, accediendo a ella por la Puerta del Mar y Martínez desde distintos puntos como la calle Nueva, la calle de Sagasta y la entonces Plaza de la Alhóndiga (21), las Atarazanas, además de la calle de Sebastián Souviron.


Esta fabulosa serie fotográfica y sus circunstancias históricas, sin eludir su calidad técnica (22), poseen un inestimable valor al recoger en ellas gran parte de los aspectos procesionales de la lejana Semana Santa de 1922, si bien en otras publicaciones algunas de estas estampas han aparecido erróneamente fechadas. Respecto al hecho secuencial resulta llamativo que durante aquellos años dorados del procesionismo malagueño se realizaran otras series fotográficas desde otros lugares destacados del recorrido de las cofradías. Recordemos las obtenidas desde la tribuna de la Plaza de la Constitución en 1925 mostrando los pasos detenidos delante de la antigua Farmacia Central, o las realizadas justo en la confluencia de la Puerta del Mar con las Atarazanas hacia 1928, todas con el marco de fondo del edificio decimonónico de Eduardo Strachan, dejando atrás la calle de Martínez. Es muy probable que aquella serie se realizara por motivos similares a los que tratamos de 1922, puesto que la sede de La Unión Mercantil y su filial La Unión Ilustrada se hallaban desde 1925 justo en la esquina de las Atarazanas (entonces calle de Andrés Mellado) con la Puerta del Mar, resultando además que las fotografías fueron realizadas por el mismo autor, Francisco Sánchez. Empero, no deja de extrañar que un lugar de paso de casi todas las cofradías como era la Plaza de la Merced, que gozaba de gran popularidad y donde además se instalaban sillas para presenciar los desfiles procesionales, apenas fuese recogido por los fotográfos locales, exceptuando a la hermandad de la Sangre que salía de la desaparecida iglesia mercedaria y que fue numerosas veces retratada. Ello pudo deberse a que el referido espacio era aprovechado por las cofradías para realizar un descanso, dejando los tronos abandonados, desorganizándose el cortejo y dispersándose los hombres de trono, produciéndose por todo ello ciertos desmanes. No hubiese resultado del todo producente publicitar en modo alguno esa actitud y costumbre, mal vista desde algunos sectores y a la que el obispo Manuel González quiso poner coto regulando diversos aspectos de los desfiles procesionales en abril de 1924.
