
* El 21 de enero de 2015 un humilde servidor decidió abrir un espacio en la red donde poder volcar mis opiniones e inquietudes relacionadas con la literatura cofradiera, la historiografía artística vinculada al arte sacro y religioso y el pasado de nuestras hermandades, procurando abordar asuntos novedosos o, al menos, no demasiado tratados dentro de esta temática que tanto me apasiona. Han transcurrido más de tres años en los que no he podido escribir todo lo que habría deseado, debido, en parte, al rigor mínimo que cualquier trabajo de esta índole debe tener, traduciéndose en tiempo para documentar la información y los datos que se aportan. Lógicamente, los quehaceres de la vida diaria también restan espacio que dedicar al blog aunque he tratado de publicar algún artículo una vez al mes por lo menos. Aún así, la respuesta que este modesto espacio ha obtenido durante este corto periodo ha sido más que satisfactoria y me alienta y anima a seguir buscando temas e historias que puedan resultar de interés. Gracias por seguir «El cofre de Al-motamid», de corazón.
Retomamos este trabajo después de algo más de un año de forzosa inactividad dadas las felicísimas circunstancias familiares que vivimos con el nacimiento de nuestra segunda hija. Por contra y como puede comprenderse, el tiempo que podemos dedicar a otros menesteres más ociosos como la actualización de este blog es, inevitablemente, más reducido. Continuaremos donde lo aparcamos en noviembre de 2016, abordando la crónica de la Semana Santa de 1922 en lo concerniente a las ocho hermandades que discurrieron por la calle de Sebastián Souviron pasando ante la sede del diario La Unión Mercantil y su hermana gemela La Unión Ilustrada, lugar donde fueron fotografiadas por el redactor artístico de las referidas publicaciones, Francisco Sánchez.
LAS COFRADÍAS FOTOGRAFIADAS POR LA UNIÓN MERCANTIL: REVIVIENDO EL PASADO (II)
LA HUMILLACIÓN

La segunda cofradía que hizo su salida procesional el Martes Santo de 1922 fue la hermandad de la Humillación que había sido fundada en junio de 1919 en torno a una antigua imagen de Cristo de la Columna que se veneraba en la iglesia de Santo Domingo y que, con anterioridad, había recibido culto en una capilla dedicada a Santa María de las Huertas en las dependencias del otrora convento dominico (33). Aquella efigie también había sido conocida popularmente como Cristo del Perdón, debido -presumiblemente- a su antigua y singular iconografía donde figuraba junto a una Magdalena arrodillada con la que en 1893 había procesionado (34) y con la que formó grupo escultórico hasta mediados de la década de 1910. La talla de Jesús de la Humillación era de autor desconocido de finales del siglo XVII, habiendo debido labrarse en algún obrador local influenciado por la estética barroca granadina (35). Desgraciadamente, la imagen fue destruida durante el incendio de Santo Domingo el 12 de mayo de 1931, si bien parece que la mascarilla fue encontrada entre los escombros según las crónicas de la época aunque jamás fue localizada (36).

Aquel año la cofradía dominica procesionó por segunda vez en su corta historia y aún no pertenecía a la joven e incipiente Agrupación de Cofradías de Semana Santa, fundada un año antes en la iglesia de la Merced. La procesión dio inicio poco después de las nueve de la noche encabezada por una sección de la Guardia Civil, seguida de la banda de cornetas y tambores de Álava, cien penitentes y a continuación las insignias y cargos: guión con cuatro maceros, seis bastoneros en fila, campanilleros, conciliarios, mayordomos y diputados (37). Finalmente y antecedido por el estandarte (38), el paso de Jesús de la Humillación que estrenaba el trono de estilo manierista proyectado y tallado en madera de caoba por el tesorero de la corporación, José Benítez Oliver (39). En 1922 había sufrido una reforma de importancia con el añadido de la iluminación de cincuenta tulipas blancas con gas acetileno dispuestas sobre una amplia crestería metálica. Cerraba el cortejo la banda de música del Regimiento de Álava. Los nazarenos vestían los colores del hábito dominico, luciendo túnica y capirote blanco con botonadura y cíngulo negro y sandalias de cuero. Los cargos llevaban además capa de lana blanca con el escudo en el hombro izquierdo. Aquel año la cofradía estrenó la citada reforma del trono así como la restauración de la talla del Cristo que lució un cordón nuevo de oro y un juego de potencias de plata (40). También se estrenaron el niquelado de la barra y la placa del guión, veintiún cetros, cuatro mazas de níquel, cuarenta túnicas para los penitentes, correones y portahachas de cuero negro para éstos y veinte túnicas y sus capas para los cargos de procesión (41).

Respecto a la fotografía de Sánchez podemos observar idénticas características técnicas que las de la serie que tratamos, apareciendo recortada la silueta desnuda del antiguo Cristo de la Columna sobre el negro de la noche en la calle de Sebastián Souviron. El fogonazo de magnesio también refleja su luz en las molduras del flamante trono de líneas sobrias, el más antiguo de los que procesionan hoy día a pesar de sus remodelaciones. Se adivinan unas flores… Un dato que conviene recordar es que hemos hallado dos itinerarios distintos y publicados con pocos días de diferencia. El primero, recogido en la revista La Saeta el Domingo de Ramos, contemplaba el acceso a la calle del Marqués de Larios a través de la Alameda de Alfonso XIII tras salir de la iglesia y cruzar el Puente de Tetuán, regresando por Arriola y Torregorda; no pasando por Sebastián Souviron (42). En cambio, el recorrido facilitado por La Unión Mercantil en su edición del Martes Santo 11 de abril, la procesión habría de ir en su itinerario de ida por el Puente de Tetuán, Alameda, Ordóñez, Hoyo de Esparteros, Arriola y Santo Domingo (Sebastián Souviron) (43). Por lo tanto, la cofradía perchelera decidió finalmente discurrir por dicho enclave, probablemente y como la mayoría de las que lo hicieron aquella Semana Santa de 1922, debido al deseo de los cofrades y ciudadanos que pidieron al periódico las fotografías de las procesiones, el cual hubo de informar de algún modo a los dirigentes de las hermandades que de ese modo accedieron a modificar los itinerarios para dicho fin.
LA SANGRE

El Miércoles Santo 12 de abril de 1922 hicieron estación cuatro hermandades, dos de las cuales incluyeron en su itinerario el paso por la calle que nos ocupa. La primera de ellas fue la antiquísima Archicofradía de la Sangre que, asimismo, inauguraba los desfiles procesionales de la jornada. Esta histórica corporación de origen mercedario al igual que su venerable advocación, había sido revitalizada en 1918 tras vivir una etapa de decadencia en el tercio final del siglo XIX, efectuando su última salida el Jueves Santo de 1867 cuando acompañó a la cofradía de Jesús «El Rico» de la parroquia de Santiago (44). El Miércoles Santo de 1919 volvió a efectuar su procesión después de cincuenta y dos años y de nuevo lo haría acompañando a Jesús «El Rico» (por este motivo la cofradía comenzó a procesionar esta jornada en lugar del Jueves Santo como fue su costumbre), saliendo con un único paso donde se representaba la escena del Stabat Mater presidida por el Crucificado de la Sangre, a sus pies la Virgen sedente y a ambos lados San Juan y la Magdalena. En 1920 es designado como hermano mayor el recordado Antonio Baena Gómez, bajo cuyo mandato la hermandad adquirió un esplendor fulgurante e inolvidable. Dos años después, el paso de composición romántica sufriría una drástica transformación iconográfica al ser incorporadas la figura de Longinos a caballo blandiendo la lanza y su auriga sujetando las bridas del equino, además de las Marías, escenificando así el dramático episodio de la Sagrada Lanzada de Cristo. Lamentablemente, todo el conjunto escultórico así como el nuevo trono estrenado en 1924 fue destruido en los sucesos de mayo de 1931 durante el asalto a la iglesia de la Merced.

Aquel año de 1922 la cofradía de la Sangre estrenaba el título de Real concedido el 27 de diciembre anterior por Su Majestad el Rey Alfonso XIII, aceptando el cargo de hermano mayor honorario y la Reina Victoria Eugenia el de camarera mayor honoraria. Además de este honor, el 4 de abril la cofradía fue distinguida con el privilegio del uso del Pendón de Castilla en su procesión, previa intercesión del hermano mayor honorario marqués de Sotomayor, gracia que solo compartía por entonces con la congregación del Pilar de Zaragoza y con la hermandad de la Columna y Azotes (Las Cigarreras) de Sevilla (45). La entrega de la insignia tuvo lugar poco antes de iniciarse la salida procesional en la puerta del templo, a cargo del gobernador militar de la plaza, general Montero que la cedió al coronel del Regimiento de Borbón, César Muro de Zaro que la portaría durante todo el recorrido junto a su escolta y maceros (46).


Como decíamos, la Sangre fue la primera cofradía en salir aquel Miércoles Santo iniciando su recorrido a las seis de la tarde desde la recordada iglesia de la Merced (47). En el primer y único paso figuraba Nuestro Padre Jesús de la Sangre, escultura anónima local de Cristo muerto en la cruz datada en el último tercio del siglo XVI que, por entonces, era la talla de mayor antigüedad de las que procesionaban las cofradías malagueñas (48). El Crucificado figuraba clavado a una airosa cruz arbórea de gran y acertada altura, desprovisto del faldellín postizo de tela de brocados que llevó hasta dos años antes y que ocultaba el sudario original tallado. También lucía corona de espinas de tipo «turbante» y potencias de plata. Junto al antiguo Crucifijo procesionaban la Magdalena -la talla fue reformada para poder presentarla de rodillas- y San Juan obra de Antonio Gutiérrez de León y Martínez de 1879 y 1880 respectivamente, tallas provenientes del paso decimonónico. La antigua Dolorosa sentada al pie de la cruz, imagen de rictus sufriente donada por el citado escultor en 1858, fue reconvertida en la figura de María de Cleofás. En su lugar fue procesionada una hermosa Virgen de expresión dolorida con la cabeza inclinada hacia la derecha de la que poco o nada se supo ni se sabe amén de las escasas fotografías en las que aparece (49). Pero, sin duda, el dato más significativo de aquel año fue -como se ha recordado- el estreno de las figuras de Longinos a caballo, su auriga y María de Salomé, tallas debidas al escultor valenciano afincado en Sevilla Francisco Marco y Díaz-Pintado, con las que se venía a representar el pasaje de la Lanzada y que suponía una ruptura absoluta con la hierática escena anterior (50). El impacto causado por el nuevo paso fue mayúsculo, como se desprende de las crónicas y los testimonios de la época. Baena logró en apenas dos años transformar un rígido conjunto procesional heredado del siglo anterior en uno de los más espectaculares y vistosos de la Semana Santa, aunque el paso no salió completamente acabado hasta dos años después, cuando se estrenaron las imágenes de la Virgen, San Juan, la Magdalena y María de Cleofás (51), además de un nuevo trono que talló el granadino Luis de Vicente.
A causa de la remodelación del grupo escultórico el trono del Cristo hubo de ser reformado y ampliado en cincuenta centímetros por cada lado, pasando a medir 3 metros de ancho por 5 de largo. En realidad, las andas originales estrenadas en 1919 obra del artesano local José Benítez Oliver ya habían sido remodeladas un año después por el tallista malagueño Antonio Barrabino debido a su simplicidad, reforma que supuso una transformación de tal calibre que el trono podría considerarse como obra suya (52). Las andas de líneas rectas estaban talladas en madera obscura con molduras, pilastras y ménsulas doradas, destacando los paños donde figuraban los atributos pasionistas y sendas cartelas frontal y trasera acogiendo la heráldica de la hermandad y el escudo de la ciudad respectivamente. El trono se iluminaba por un barroquizante juego de arbotantes con tulipas oscuras de gas acetileno, piezas que circundaban todo el perímetro del conjunto a modo de airosa crestería. Las reformas de 1922 conllevaron la sustitución del escudo de la corporación por el de la Casa Real en el frente, además de otras molduras, ménsulas y canecillos. Asimismo, se estrenaron dos nuevos arbotantes dispuestos en los laterales del trono (53). El exorno floral era sencillo y se caracterizaba por el empleo de flores silvestres de tonos blancos.

El cortejo estaba formado por penitentes que vestían túnica blanca con botonadura y capirote granate y cíngulo de igual color, mientras que los cargos lucían además capas blancas de lanilla. La presidencia vestía túnica de terciopelo grana con botonadura y aplicaciones de tisú y capirote de igual color además de capa blanca de lana, guantes de cabritilla blancos y cíngulo de oro. En el pecho figuraba bordado el escudo corporativo y en el lado izquierdo de la capa el real. Todos los cargos lucían zapatos de charol con hebillas doradas que se estrenaron aquel año (54). El orden de la comitiva fue éste: sección de la Guardia Civil, escolta del General gobernador militar, guión corporativo en plata, cruz-guía de ébano y plata junto a mazas en madera dorada y clarines, cientocincuenta penitentes, guión bajo mazas doradas, estandarte del Cristo, estandarte «Sine-Labe Concepta» con atributos de la Pasión (sic). Entre las filas de penitentes iban seis niños vestidos con trajes de distintos grados de la jerarquia eclesiástica. Las secciones iban divididas por catorce hachetas de plata con las insignias de la cofradía. Finalmente el trono del Cristo y tras él la presidencia, cerrando el cortejo el acompañamiento de la banda de música del Regimiento de Álava (55). Los cargos de procesión eran los mayordomos (ambulantes, fijos o de trono), bastoneros y campanilleros además de las insignias. Ante el paso del Crucificado figuró el Pendón de Castilla portado por el citado coronel Muro de Zaro junto a la escolta y los maceros. Tras las andas iba la manguilla y ciriales seguidos por la presidencia formada por el obispo Manuel González García, el general gobernador militar sr. Montero, el alcalde Narciso Briales Franquelo, el hermano mayor Antonio Baena Gómez y el párroco de la Merced José Alcántara Muñoz, así como otras dignidades. Además de los importantes estrenos y reformas reseñados, también hay que añadir el estandarte grande con los motivos de la Pasión obra del pintor local y hermano de la cofradía Enrique Jaraba Jiménez; el enriquecimiento del estandarte del Cristo con nuevos bordados, pieza que había sido obsequiada anteriormente por la camarera Ana Ruiz, esposa de Antonio Baena; también treinta y cinco túnicas y capas, así como cetros y otros efectos procesionales (56).

En lo que concierne al tránsito de la Archicofradía de la Sangre por la calle de Sebastián Souviron y en concreto ante la redacción del diario La Unión Mercantil, desconocemos la hora a la que llegó al lugar donde el paso se detuvo para ser fotografiado por Sánchez, aunque ya había anochecido. Hemos de recordar que la procesión había salido alrededor de las seis de la tarde, estrenando un nuevo itinerario que no recogió el primer ejemplar de la revista La Saeta (salió a la luz el Domingo de Ramos) pero sí nuestro periódico en su edición del Miércoles Santo 12 de abril. El recorrido previsto citaba el de años atrás cuando la procesión tras salir buscaba las calles de la feligresía, recorriendo la plaza de la Merced, Madre de Dios, Peña, Frailes, Huerto del Conde, Cobertizo del Conde, Lagunillas, plaza de la Victoria, Victoria para volver a la plaza de la Merced y entonces enfilar Álamos y dirigirse al centro (57). Sin duda, un recorrido memorable. Empero, tal vez por la ampliación del tamaño del trono y por ende de su peso, o tal vez por otros motivos, lo cierto es que el itinerario se modificó siendo publicado en el periódico el mismo día de la salida procesional. El camino que la comitiva recorrió desde la iglesia hasta llegar a la calle de referencia fue el más directo: plaza de la Merced (vuelta), Álamos, Torrijos (Carretería), Pasillo de Santa Isabel, Atarazanas y Santo Domingo (Sebastián Souviron). Una vez llegado el trono al lugar donde el redactor artístico realizó la fotografía, la procesión continuó por la plaza de Félix Sáenz, Puerta del Mar, Martínez, Alameda de Alfonso XIII (rotonda), Marqués de Larios, plaza de la Constitución, Granada, Santiago, Actor Tallaví (Alcazabilla), Victoria, plaza de la Victoria, Lagunillas, Cobertizo del Conde, Huerto del Conde, La Merced y a su templo (58). Hemos recordado el itinerario seguido tras el paso por la redacción de La Unión Mercantil para tratar de imaginar cuán bello hubo de ser el discurrir del majestuoso e imponente nuevo paso de misterio de la Sangre por la estrechez de la antigua calle Real de Granada, la de Santiago junto a los muros de la histórica iglesia y el retorno a la Merced por el barrio de la Victoria y las señeras calles de la antigua y desaparecida collación del templo. No cabe duda que debió ser un deleite.
Notas:
(33). ANÓNIMO, Martes Santo, Nuestro Padre Jesús de la Humillación, La Saeta, Málaga, 1922, p. 13. RODRÍGUEZ MARÍN, F.J., Málaga Conventual, Cajasur y Ed. Arguval, Málaga, 2000, p. 163. Cuando en 1718 la Hermandad del Paso se traslada a la última capilla de la nave de la Epístola, en ella ya se encontraban la Virgen de la Esperanza y el Cristo de la Columna.
(34). El Avisador Malagueño, Málaga, 30-III-1893. En dicho rotativo se recogía la noticia referente a las hermandades de Nuestro Padre Jesús de la Columna y la de Santa María Magdalena, en plural. Podríamos conjeturar que las dos fraternidades decidieron procesionar conjuntamente aquel año de 1893, probablemente por motivos pecuniarios que solían ser comunes en aquellos tiempos. No obstante, otras fuentes hablan de una misma entidad que veneró la singular iconografía citada, motivo por el que el Cristo era llamado del Perdón, por reiterar el perdón ofrecido a la Magdalena. También hay datos sobre la antigua ubicación del Señor en la iglesia, recibiendo culto en la última capilla de la nave de la Epístola donde también se hallaba la Virgen de la Esperanza y donde en 1718 se trasladó la hermandad del Paso. Hacia 1913 el escritor Ricardo de Orueta fotografió las dos esculturas que aún recibían culto de manera conjunta en su altar de la iglesia de Santo Domingo. La peculiar iconografía podría enmarcarse en la aparición de Cristo atado a la columna a María Magdalena, recogida por los antiguos historiadores de la santa de Magdala. En 1916 la Magdalena era ya venerada en la capilla de la nueva Congregación del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y la Virgen de la Soledad, siendo procesionada desde entonces y hasta 1931 a los pies del Crucificado de Pedro de Mena.
(35). SÁNCHEZ LÓPEZ, J. A., El alma de la madera, Cinco siglos de iconografía y escultura procesional en en Málaga, Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio, Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, Málaga, 1996, p. 146.
(36). JIMÉNEZ GUERRERO, J., La Quema de Conventos en Málaga, Mayo de 1931, Ed. Arguval, Málaga, 2006, p. 358.
(37). La Unión Mercantil, Málaga, 11-IV-1922.
(38). VV.AA., Estudio histórico de la Hermandad de la Humillación, en Humillación. 50 años en la historia de una Hermandad Perchelera, Ilustre y Venerable Hermandad en la Orden de Santo Domingo de Guzmán de Ntro. Padre Jesús de la Humillación y Perdón y Mª Stma. de la Estrella, Málaga, 1992, p. 16. La pintura del estandarte fue realizada por el entonces vocal de la junta, José Jiménez Niebla. Este estandarte cristífero aún se conserva y es procesionado, mostrando en su centro un retrato de la imagen titular actual.
(39). Este trono pasa por ser el único que la hermandad ha usado en su casi centenaria historia, siendo por tanto el más antiguo de los que se conservan en la Semana Santa malagueña pese a las remodelaciones que ha sufrido.
(40). ANÓNIMO, Reformas de las Cofradías, La Saeta, Málaga, 1922, p. 41.
(41). Ibidem.
(42). ANÓNIMO, Op. cit., Málaga, 1922, p. 13.
(43). La Unión Mercantil, Málaga, 11-IV-1922.
(44). El Avisador Malagueño, Málaga, 21-IV-1867.
(45). La Unión Mercantil, Málaga, 11-IV-1922.
(46). La Unión Mercantil, Málaga, 12-IV-1922.
(47). La revista La Saeta en su primer número publicado en 1922 indicaba que la procesión saldría a las cuatro de la tarde. Por su parte, el diario La Unión Mercantil del Miércoles Santo 12 de abril daba las cinco y media para la salida de la cofradía, mientras que en la crónica de las procesiones de su edición del día 13 la hora recogida fue las seis de la tarde.
(48). El Crucificado de la Vera-Cruz era anterior pero en 1922 no formaba parte del cortejo penitencial de las Cofradías Fusionadas de San Juan. Por otro lado, conscientes de nuestra mera afición a la historiografía cofradiera y a la imaginería procesional, contemplamos una teoría en relación a la posible datación del antiguo Crucificado de la Sangre. Como escribió el profesor Sánchez López, la talla presentaba una esquematización anatómica y otros rasgos de pervivencia gótica, apreciables en la verticalidad de la figura, la simplicidad del paño de pureza o el hieratismo del rostro. Sin embargo, es el rostro el que nos da alguna pista acerca de una hipotética actuación sobre la efigie en fecha posterior a su hechura que, como se ha señalado, se ha fechado en el último tercio del Quinientos. Estilísticamente podemos apreciar cierta similitud con otros rostros cristíferos de obras del granadino Pedro de Mena y, más concretamente, con los rasgos faciales del desaparecido Crucificado de Santo Domingo que veneró la Congregación de Mena, como el arqueamiento de las cejas o la simetría de los ojos. Lógicamente y al carecer de cualquier dato fehaciente hablamos de una posibilidad algo remota pero que puede servir como ejercicio comparativo entre las cabezas de las dos tallas.
(49). Algunos autores han reconocido en ella a la primitiva Virgen de Viñeros pero resulta obvio que hablamos de imágenes distintas con ladeo de cabeza en direcciones opuestas y diferente expresión. Esta enigmática y desconocida Dolorosa figuró en el paso de misterio en 1922 y 1923. En 1924 sería culminado el grupo escultórico de Francisco Marco con el estreno de la nueva Virgen y la figura de María de Salomé. Es posible que la imagen fuese cedida por algún particular hasta la finalización del misterio.
(50). CABELLO DÍAZ, Mª.E. Y CAMINO ROMERO, A., Consolación y Lágrimas. 75 años de historia, Pontificia, Real, Muy Ilustre y Venerable Archicofradía del Stmo. Cristo de la Sangre y María Santísima de Consolación y Lágrimas y del Santo Sudario, Málaga, 2004, p. 51. El escultor valenciano debió tomar como modelo uno de los dos grupos marmóreos esculpidos por el Guillaume Coustou para el Palacio de Marly entre 1743 y 1745 por encargo del rey Luis XV, piezas conocidas como «Los caballos de Marly» que tras decorar la entrada a los Campos Elíseos de París, hoy se custodian en el Museo del Louvre.
(51). La antigua Dolorosa de Gutiérrez de León fue retirada del paso y del culto diario en el altar del Cristo, quedando desde entonces bajo custodia del antiguo hermano mayor, José Cabello Guirado, que la conservó en su domicilio, lo que devino en providencial para salvarse de la hoguera en mayo de 1931. Resulta extraño que desde su incorporación a la hermandad en 1858 y hasta nuestros días la imagen haya carecido de advocación. En la actualidad no recibe culto público y se conserva en la casa-hermandad de la corporación, si bien es expuesta el Viernes de Dolores a las puertas del salón de tronos. Desde 1943 vuelve a procesionar en el paso de misterio.
(52). El antiguo trono de la Sangre, en http://www.nosoloalameda.es. Consulta realizada el 20-02-2018.
(53). ANÓNIMO, op. cit, La Saeta, Málaga, 1922, p. 41.
(54). Ibídem.
(55). La Unión Mercantil, Málaga, 11-IV-1922.
(56). La Unión Mercantil, Málaga, 11-IV-1922.
(57). ANÓNIMO, Miércoles Santo, Santísimo Cristo de la Sangre, La Saeta, Málaga, 1922, p. 17.
(58). La Unión Mercantil, Málaga, 12-IV-1922.