
Vamos a continuar en la iglesia del que fue Real Convento de Santo Domingo de Guzmán y San Carlos, deteniéndonos en esta antigua fotografía en la que aparece el primitivo icono del Dulcísimo Nombre de Jesús, advocación íntimamente ligada a la Orden de Predicadores. Desde 1567 se tienen noticias de la hermandad que la veneró, contando con la capilla del frente de la nave derecha de la iglesia que en 1579 se hallaba totalmente construida y decorada. Posteriormente, pasaría a la capilla del crucero en el lado de la Epístola, lugar que ocupó desde 1719 a 1988, fecha en que la confraternidad abandonó su histórica sede para trasladarse a su actual templo propio, hoy elevado a la categoría de Basílica Menor. Parece ser que la primera salida procesional de la cofradía acaeció el Viernes Santo de 1606. Por otro lado, en 1641 se constituía la cofradía de Madre de Dios de la Esperanza en el mismo cenobio dominico, la cual habría de agregarse al cortejo del Nazareno en la procesión del Viernes Santo (su carácter era éste, el de congregada o incorporada, gozando de autonomía propia) y, en concreto, a la piadosa representación del Paso o encuentro que tenía lugar en la Plaza Mayor o de las Cuatro Calles (actual de la Constitución), en la que se escenificaba de manera teatral el encuentro de la calle de la Amargura o el inicio de la subida al Calvario, yendo la Dolorosa acompañada de San Juan y la Verónica, culminando el simulacro con la bendición que daba el Señor al pueblo arrodillado. Con el discurrir de los años, la hermandad iría vinculándose paulatinamente a la cofradía del Dulcísimo Nombre de Jesús hasta llegar a ser una misma entidad, tal y como la conocemos hoy día. El referido acto que tenía lugar en la madrugada del Viernes Santo vino a significar la definición del título del Nazareno, concentrando ese distintivo de carácter piadoso y popular con la primigenia advocación de raigambre dominica, la del Dulce Nombre de Jesús, quedando dicha titulación tal y como ha llegado a nuestros días: Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso. Con el tiempo fue perdiéndose el superlativo de Dulcísimo, sin duda, más entrañable y barroquizante.

La fotografía que vemos la hemos coloreado para acercarnos aquel simulacro que fue tan popular en el viejo arrabal perchelero donde era conocido vulgarmente por el cariñoso apelativo de el Moreno. Vemos al Nazareno abrazado a su soberbia cruz de ébano, plata y concha, vistiendo la rica túnica caudal bordada de estilo rococó a la que hemos dado tonos morados y áureos. El Señor está ataviado siguiendo los gustos dieciochescos, con cabellera de pelo natural peinada con tirabuzones, encajes en las mangas y el pecho, corona de espinas metálica a modo de turbante y airosas potencias doradas. La imagen había sido tallada en el último tercio del siglo XVII aunque desconocemos su autor, si bien, ha sido relacionada con algún artista influenciado por la escuela granadina del Barroco. Nosotros siempre advertirmos un asombroso parecido con el Crucificado del Perdón de la capilla de San Sebastián de la catedral, obra atribuida al taller de Pedro de Mena en torno a 1679-80. Para Agustín Clavijo, se trataba de una notable obra de acusados rasgos estilísticos y enorme fuerza expresiva de amplia valoración barroca, relacionándola con algún imaginero cercano al arte de Pedro de Mena, con cuyos grafismos guardaba algunas concomitancias. Según el profesor Sánchez López, en la talla predomina la impronta devocional, presentando un rostro enjuto de factura muy depurada, expresión sumisa, relajada y algo distante, barba bífida, ojos entornados y el cuerpo levemente inclinado. Juan Temboury dijo de este Nazareno que era «la imagen más egregia de la Semana Santa malagueña». Anteriormente, Medina Conde había señalado la ferviente devoción que existió en torno a la imagen, a cuya intercesión se atribuyeron portentosos milagros. Desgraciadamente, el Cristo fue destruido durante el voraz incendio perpetrado por las hordas iconoclastas durante la mañana del martes 12 de mayo de 1931 en el que fue arrasada la iglesia de Santo Domingo.
Sirva esta fotografía y estas palabras para evocar a este Cristo que fue una de las mayores devociones de la ciudad y uno de los referentes de la Semana Mayor malagueña.