
Pocos testigos presenciales deben quedar ya entre nosotros. De igual forma, es probable que tampoco existan demasiadas personas que recuerden lo que sucedió hace hoy ochenta y cinco años. Una vida… Podría decirse de otra forma: una persona que hubiera vivido aquellos fatídicos días para la historia de la ciudad y que pudiera recordarlo con cierta claridad, podríamos decir que habría vivido una vida ciertamente longeva porque contaría en la actualidad con noventa y muchos años.
Cuando el día comenzaba a crepuscular en una ciudad que parecía presentir el obscuro abismo al que se vería abocada, dado el clima de enaltecimiento y excitación contagiado por lo que estaba ocurriendo en Madrid, sobre las siete de la tarde de aquel lunes 11 de mayo de 1931, Málaga empezaba a sufrir un ataque sin parangón en su historia. La agresión no se produciría desde el exterior ni por un ejército invasor, sino desde el interior, un ataque intestino, directo al corazón de su fe, sus creencias y su religiosidad. Triste e irónicamente, aquellos trágicos sucesos fueron organizados, dirigidos y perpetrados por decenas de malagueños radicales que movidos por un rechazo ancestral hacia el poder fáctico eclesial y un odio irracional hacia el clero, que además había venido incendiándose durante semanas desde diversos sectores políticos y sociales, desembocó en una iconoclastia de proporciones destructivas que arrasó la ciudad de cabo a rabo en una oleada de anticlericalismo voraz. El propósito de aniquilación de la Iglesia materializada en la destrucción de sus bienes muebles e inmuebles, se llevó por delante, entre pavesas y hollín, la práctica totalidad del patrimonio religioso, devocional, artístico, cultural e histórico de la ciudad. Aún hoy cuesta creerlo. Sigue leyendo “El día que ardió Málaga: 85 años de la Quema de Conventos”